lunes, 28 de marzo de 2016

curiosidades

El Cantar de Mío Cid
El Cantar de Mío Cid es un poema épico o cantar de gesta castellano basado en la parte final de la vida de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador. Sin embargo, los hechos narrados no constituyen un relato fiel de los hechos históricos, sino una visión literaria de los mismos, a veces alterados o fingidos para satisfacer los fines poéticos del relato. Nuestro análisis del poema partirá de una división básica entre elementos externos al poema, referidos a la historia, los manuscritos y el autor; y elementos internos, donde se comentarán de manera integrada todos los aspectos literarios de la obra: estructura, estilo, punto de vista, sentido, etc.

La Historia del Cid.
Rodrigo Díaz de Vivar fue un héroe histórico (1040-1099) perteneciente a la baja nobleza castellana. Casó con Jimena Díaz, prima de Alfonso VI. Cayó en desgracia con este rey y hubo de abandonar Castilla partiendo en busca de mejor fortuna en 1081. Entró al servicio del rey moro de Zaragoza, al lado del cual llegó a luchar contra los cristianos: el Conde de Barcelona e incluso el mismo Alfonso VI. En 1087 regresó a Castilla perdonado por el rey, pero un nuevo desaire le lleva otra vez al destierro (1089).
Ganó fama de gran guerrero entre los árabes, que le dieron el sobrenombre de “sidi”, “Cid”, “señor”; se mantuvo al servicio del rey moro de Zaragoza y finalmente conquistó y gobernó la ciudad mora de Valencia, defendiéndola contra los almorávides. Allí vivió como soberano, vuelto a la amistad con Alfonso VI, y emparentó con las casas reales españolas al casar a sus hijas con Ramiro, infante de Navarra y con Ramón Berenguer III, de Cataluña. Murió en Valencia en 1099 y su cadáver fue inhumado por segunda vez en San Pedro de Cardeña.
El Cid, como guerrero y conquistador, suponía ya una figura susceptible de ser tratada como héroe dentro de una colectividad especialmente sensible a estos asuntos. Sin embargo, un nuevo matiz social y político refuerza el interés que en la época despertó el personaje: Rodrigo representa a una nueva clase social que por este tiempo comenzaba a nacer, la baja nobleza castellana, clase formada por hombres inteligentes, enérgicos y llenos de deseos de subir puestos en la escala social y del poder. Hombres que se pusieron al lado del rey Sancho y que tenían en poca estima a la nobleza leonesa y a la alta nobleza castellana, que creían anclada en el pasado y aferrada a sus antiguos privilegios. Tales circunstancias se reflejan en el Cantar, en el cual los enemigos del héroe son los infantes de Carrión, leoneses, y García Ordóñez, perteneciente a la alta nobleza castellana, todos ellos caracterizados negativamente a lo largo del relato.
El Cantar de Mío Cid se inserta en un período de cambio, en el que se está constituyendo un nuevo tipo de sociedad, la de los hombres libres de frontera, que rige por un derecho propio. En este ámbito cobra pleno sentido el énfasis puesto dentro del poema en el botín obtenido, en el hecho de que los desterrados no combaten esencialmente por razones religiosas, sino por ganarse la vida y por aumentar su norma. Todo ello implica que el poema participa del llamado “espíritu de frontera”, cuya expresión última de este ideal será la capacidad de mejorar la situación social mediante el propio esfuerzo como hace el Cid.
Este texto se trata de un producto ideológico partícipe de los ideales de la baja nobleza, los infanzones, por lo que el Cantar esconde, bajo la biografía del Cid, un modelo explicativo de su propia sociedad. La fusión de ambos planos, realidad y ficción, pone de manifiesto gran parte del sentido final de la obra, y explica, al mismo tiempo, la gran acogida que tuvo entre el pueblo, que veía en esa clase emergente un símbolo de sus propios anhelos de ascensión en la escala social, de recortar las enormes diferencias que lo separaban de la alta nobleza. Ello explicaría el extraordinario fervor que el pueblo tributaba a esta clase y al Cid, que la representaba, y ello justificaría, parcialmente, la auténtica mitificación que en poco tiempo se realizó de la figura de Ruy Díaz.

Manuscritos y fechas
El poema sobrevive gracias a un único manuscrito de fecha discutida, copiado por un tal Per Abbat y que, en su estado actual, posee unos 3730 versos. Al manuscrito le falta la prima hoja y dos más en el interior, si bien el contenido que en estos puntos existía ha sido determinado por Menéndez Pidal a base de la prosificación, y en ocasiones los propios versos reconstruidos basándose en las asonancias mantenidas en esa prosificación incluida en la Crónica de los veinte reyes, cuyo autor siguió una versión del Cantar muy próxima al texto actual conservado.

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